Estos días el Perú se encuentra en una situación paradójica. Nada ha cambiado. Hemos entrado a un nuevo limbo tras el fin de las protestas ocurridas en todo el país. Pero parece que éstas no han cambiado nada. La desaprobación de la presidenta Boluarte se mantiene en alrededor del 70% según una última encuesta realizada por el IEP. El Congreso se encuentra en una peor situación con una desaprobación que recientemente rompió el 90%. La ciudadanía desaprueba a las elites de manera decidida. Especialmente a la elite política, que una vez más se tapa los ojos y finge ceguera.

Pero eso ya lo sabemos. Lo que a mí más me intrigó es la visión que tiene la ciudadanía sobre un potencial adelanto de elecciones. Más del 70% de encuestados por IPSOS o CPI creen que se deberían tener elecciones generales, ya sea este año o el próximo, lo cual tiene sentido cuando se asocia a la bajísima aprobación de las principales autoridades. Pero lo curioso es que cuando a estos mismos encuestados le preguntan por quién votarían en caso de que hubiera un adelanto de elecciones, no hay ni un candidato o partido político que supera el 10% de apoyo ciudadano. Rafael López Aliaga, alcalde de Lima, lidera la lista con 8.2% de aprobación. Lo siguen Hernando de Soto, Antauro Humala y Keiko Fujimori con 5.1%, 3.7% y 3.1%, respectivamente. Es más, el 22% de los encuestados cuando les preguntaron por qué partido votarían respondieron que por un partido nuevo, que ni siquiera hoy conocen. Mientras tanto Fuerza Popular, el partido con más apoyo, sólo muestra un escaso 8%.

Y acá la paradoja. Tenemos un grupo de votantes que claramente quiere un adelanto de elecciones a causa de una fuerte desaprobación de la presidenta y los congresistas. Pero en una situación hipotética donde se produce el adelanto de elecciones que tanto se anhela, el votante peruano no sabría qué hacer, o mejor dicho por quién votar. Qué nos dice esto de nuestra situación actual. El peruano promedio ve la coyuntura actual de una manera tan negativa que prefiere elecciones caóticas con un elenco de políticos que no lo entusiasman a seguir el rumbo actual. Entre el abismo y la espada, el salto al abismo parece ser la opción de la mayoría.