Desde el 2017 el Perú ha estado saltando de crisis política en crisis política, con los primeros pedidos de vacancia a PPK, hasta las recientes protestas pidiendo la renuncia de Dina Boluarte y el congreso. La política peruana pareciera estar en caída libre y se olvidó el paracaídas en el avión. Las razones para esta crisis política son casi incontables. Con nuevos jugadores en el campo cada par de meses (y un par que surgen de las tinieblas cada cinco años) nuestro elenco político es más extenso que el de Game of Thrones o The Walking Dead.

Uno de los factores que mejor explica este caos es el débil sistema de partidos políticos que tenemos hoy en el país. Desde el retorno a la democracia los partidos han sido incapaces de crecer y conseguir resultados concretos por amplios periodos de tiempo. De nuestros últimos cinco presidentes electos, todos han venido de partidos políticos diferentes (Perú Posible, APRA, Partido Nacionalista Peruano, Peruanos por el Kambio y Perú Libre) y todos estos partidos han fallado en tener buenos resultados tras ganar las elecciones presidenciales. Hoy Perú Posible no es más que una memoria nublada en nuestra conciencia colectiva y el APRA, el partido más longevo en nuestra historia perdió su inscripción en el 2020 y parece no tener un norte claro.

Ante esta situación uno diría que la idea de partidos políticos con un grado mínimo de institucionalidad en el Perú es del pasado. Parece un partido perdido por goleada y con jugadores expulsados. Si bien la situación parece insalvable, podría ser que todavía haya esperanza. De acuerdo a Steven Levitsky, profesor de ciencia política en Harvard especializado en los sistemas de partidos políticos en Latinoamérica, la creación de partidos políticos exitosos se produce durante o después de intensos periodos de conflicto y polarización. Son estos períodos de conflicto que desarrollan las identidades partidarias y crean incentivos para la formación de partidos políticos robustos y duraderos. Levitsky usa como ejemplo al Frente Amplio en Uruguay o Acción Democrática en Venezuela. Ambos surgieron en periodos de movilizaciones populares masivas y se consolidaron durante periodos de represión y violencia. De la misma manera el PT en Brasil y el PRD en México surgieron como fuerzas de oposición a partidos en el poder.

Puede ser que esto sólo sea una teoría que se suma a otro ciento de teorías que tratan de explicar la formación de partidos políticos exitosos. Pero tal vez tenga algo de verdad. En la historia humana los períodos de conflicto intenso han desencadenado grandes cambios. Puede ser que las protestas que estamos viendo hoy día en el Perú, junto a la gran desilusión de nuestra clase política, lleve al nacimiento de nuevos partidos más institucionales y sólidos, que sean capaces de representar mejor a los votantes en el Perú y trabajar en favor del país. Tal vez el caos que estamos viviendo hoy constituya los primeros pasos de un mejor mañana. Aunque esto sólo es una teoría.