Las trágicas protestas ocurridas en el país durante los últimos días han puesto los ojos del mundo en el Perú. Las redes se han inundado con imágenes de protestantes pidiendo la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y elecciones anticipadas. Distintos medios como el New York Times, El País o The Guardian nos han dedicado primeras planas, contándole al mundo sobre nuestra situación y la muerte de más de 50 personas en las protestas. Presidentes de países vecinos se han declarado en contra de la violencia vista en las protestas. El mismo papa Francisco, líder de la iglesia católica, al finalizar el rezo del semanal Ángelus dominical pidió un cese a la violencia en el Perú.

La presión hacia la presidenta Boluarte y el Congreso ya no sólo es interna, viene también del exterior. El mundo entero ha visto las protestas en el Perú como una lección de que no hacer cuando un país tiene una crisis presidencial. Si las medidas tomadas por la presidenta en su mes y medio en el poder han causado que el vaso se llene, puede ser que esta presión externa sea la última gota necesaria para que el vaso se rebalse. Mientras pasa el tiempo y la situación continúa empeorando, la lista de aliados y amigos de la presidenta Boluarte se irá reduciendo y su apoyo a nivel global caerá. Y esto no es tan solo una teoría, las críticas ya se están volviendo acciones. El pasado lunes, veinte congresistas demócratas estadounidenses junto a varias organizaciones de derechos humanos le han pedido al presidente Biden que la asistencia en seguridad al Perú se suspenda inmediatamente. Esto a causa de los crímenes y violaciones de los derechos humanos durante las manifestaciones ocurridas en el país.

Con esto en mente toca entender la importancia que la presión internacional puede tener sobre cualquier crisis nacional. La historia está llena de ejemplos que muestran el peso de la presión externa. Desde el caso del apartheid en Sudáfrica durante los años noventa, hasta las sanciones a la República Dominicana al asociarse a Rafael Trujillo, presidente de la República Dominicana en ese momento, con el intento de asesinato de Rómulo Betancourt, entonces presidente de Venezuela.

El gobierno deberá manejar no sólo el frente local durante los próximos días, sino también el internacional. Cada día que trascurre la situación se vuelve menos sostenible y la reacción internacional es razonable que empeore, especialmente si hay más pérdidas humanas. Inclusive pueden surgir sanciones. Vale la pena preguntarse cuál será el factor determinante: las protestas alrededor de todo el país, una cantidad de muertos que el congreso no podrá ignorar, un discurso en las Naciones Unidas por una figura mundial como Biden o Macron, o un hashtag compartido por millones de personas en todo el mundo. Sartre hizo famosa la frase “el infierno son los otros” al referirse a nuestra visión de la perspectiva que tiene otras personas sobre nosotros y como esto nos puede influenciar. ¿Sera que la sabiduría de Sarte se aplique también a la geopolítica?